domingo, 8 de mayo de 2016

LA NUEVA PRÁCTICA EDUCATIVA


El profesorado, definitivamente, debe dejar atrás su papel tradicional; los encargados de transmitir conocimientos, los guías del proceso de enseñanza-aprendizaje, tienen una labor de suma importancia en este complejo proceso. Los docentes deben mejorar su metodología teniendo en cuenta los intereses del alumnado, y sobre todo, no quedarse estancandos. Tienen que estar en continua formación para poder cambiar el erróneo concepto que actualmente se tiene del docente, se ha descubierto hace tiempo: hay otra forma de "hacer escuela" y a la vez cambiar el actual sistema educativo.

Por ello, es fundamental contar con un profesorado que asuma el papel de investigador en los procesos de innovación, ya que es del docente donde parte el sentido de la indagación para desarrollar al máximo las capacidades del alumnado, teniendo en cuenta los posibles inconvenientes con los que se puede encontrar en su práctica docente, a su vez utilizando y proporcionando las mejores metodologías educativas en colaboración con toda la comunidad educativa.

Por ende, todo profesor investigador debe tener la capacidad de reflexionar sobre su práctica docente, ser crítico, cuestionador, indagador, reflexivo e innovador. Revisa contenidos y metodologías, evaluando el proceso y los resultados. Identificando los problemas que se pueden encontrar a la hora de su labor como docente, reflexionando sobre los mismos, proponiendo posibles mejoras. De modo que mediante su autodesarrollo profesional se mejora la práctica docente y a su vez el sistema educativo.

Para crear un adecuado proceso de enseñanza-aprendizaje de calidad, la enseñanza y la investigación deben de ir unidas. Ya que la teoría se forma a través de la práctica y a su vez se ve modificada por esta. Por ello el docente investigador es de gran importancia en este proceso, debido a que es él el que cuestiona, indaga y transforma su práctica profesional para modificar y cambiar las prácticas educativas del profesorado, de él mismo debe partir la iniciativa.

En cuanto a la teoría y la práctica pasa lo mismo, aunque han coexistido separadas, con el nuevo enfoque surgido en las ciencias sociales el cual reconoce que “la teoría y la práctica están estrechamente unidas y en dialogo constate” (Latorre, 2005), podemos darnos cuenta de esta gran realidad, la teoría se pone en práctica, la práctica se ve modificada y a su vez la teoría se modifica y de nuevo comienza la espiral, reformulando la práctica como la teoría. 

       Para crear un gran cambio educativo y social nos encontramos frente al proceso de investigación-acción. Donde el profesorado investigador vincula un proyecto de acción formado por estrategias de acción, es decir, implica una espiral retórica, entre la acción y la reflexión para mejorar la práctica. Realizado en cuatro fases:  la planificación, la actuación, la observación y la reflexión. Se considera un proceso cíclico ya que estos pasos se repiten continuamente.

      Este proceso de investigación-acción se caracteriza por la reflexión constante de la práctica educativa con tres acciones fundamentales que son: la investigación, la acción y la formación continua del profesorado. Creando de esta forma la verdadera innovación educativa.

      Para poder realizar adecuadamente el complejo proceso de enseñanza-aprendizaje, el docente debe de saber que es el conocimiento educativo o conocimiento práctico, útil para dar respuestas a situaciones problemáticas.

       Según Latorre (2005) el conocimiento educativo se entiende al conjunto interrelacionado de teorías implícitas, de saberes sobre la educación, y de valores educativos, generado a partir de procesos de reflexión sobre la práctica docente y caracterizado por la habilidad para manejar los procesos interactivos del aula y afrontar las situaciones problemáticas que se presentan.

      Caracterizado según Bruce y Rusell (1992):
  •  Es un conocimiento producido por y para docentes.
  •     Es construido por el profesorado al investigar su práctica.
  •   Describe lo que ocurre cuando los docentes tratan de mejor el aprendizaje del alumnado.
  •  Es un conocimiento que se adquiere de la experiencia, al reflexionar sobre los procesos educativos que tienen lugar en el aula.  
  •  Es de naturaleza dialéctica, pues se inicia y sustenta de contradicciones, se prueba y desarrolla en la práctica a través del dialogo.

   Por otro lado, teniendo en cuenta la epistemología de la práctica educativa, nos encontramos con dos tipos de racionalidad, dando lugar, a dos tipos de profesionales.
En primer lugar, encontramos la racionalidad técnica. Donde se considera al profesorado como un experto técnico. Resolviendo los problemas a través de la aplicación de teorías y técnicas científicas, viendo los problemas como procesos instrumentales, jerarquizando entre teoría y práctica, investigación y acción, saber y hacer.  

     El profesional, en este caso el docente, es un usuario del saber, una persona experta que lleva a la práctica sus conocimientos. En definitiva, lo que entendemos como clases magistrales, donde el profesor es el único que habla y es el poseedor del saber. Teoría limitada ya que la educación es una actividad humana práctica y reflexiva. Este tipo de profesional está mas extendido de lo que pudieramos imaginar, y, sin duda, debemos contribuir a su cambio, a su extinción (profesionalmente hablando).


    Por otro lado, encontramos la reflexión en la acción. Donde el docente es una persona práctica reflexiva que se ocupa de redefinir situaciones problemáticas, desarrollando una mejor comprensión del conocimiento en la acción, capaz de examinar y explorar nuevas situaciones, uniendo teoría y práctica, investigación y acción, saber y hacer. Con actitud investigadora.  


Al respecto de este estudio, nos surgen multitud de preguntas y reflexiones:
  • ¿Cómo llegar a todo el profesorado, de forma urgente y masiva, y hacerles comprender la importancia de su formación desde esta nueva dimensión práctico-teórica-reflexiva?
  • ¿Cómo generar un cambio, no sólo en la mentalidad del docente, sino en toda la sociedad?
            La profesión del docente está denigrada, desvalorizada, y sólo adoptando estas proposiciones, ambiciosas pero necesarias, podremos devolver al docente el lugar profesional que merece, no sólo laboralmente hablando, sino socialmente. Mientras la docencia no sea considerada un pilar en la sociedad española, al mismo nivel que la sanidad, como esencia de la democracia, como formadora de ciudadanos y ciudadanas cultos, preparados, comprometidos, cooperadores y cooperativos, y dispuestos a hacer del mundo un lugar mejor donde vivir, mientras esto no llegue, estaremos a la deriva en un país donde nos ningunean al antojo de unos cuantos….


            La práctica docente reflexiva, investigadora, indagadora, dialogante y dialéctica, que aúne investigación, teoría y práctica, no es sólo una herramienta para la consecución de este objetivo social, sino un fin en sí misma.

       Sin duda, el cambio educativo, y el cambio social parten de la INNOVACIÓN EDUCATIVA.

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