El profesorado, definitivamente, debe dejar atrás su
papel tradicional; los encargados de transmitir conocimientos, los guías del proceso de enseñanza-aprendizaje, tienen una labor de suma importancia en este complejo proceso. Los docentes deben mejorar su metodología teniendo en cuenta los intereses del alumnado, y sobre todo, no quedarse
estancandos. Tienen que estar en continua formación para poder cambiar el erróneo
concepto que actualmente se tiene del docente, se ha descubierto hace tiempo: hay otra forma de "hacer escuela" y a la vez cambiar el actual sistema educativo.
Por ello, es fundamental contar con un
profesorado que asuma el papel de investigador en los procesos de innovación,
ya que es del docente donde parte el sentido de la indagación para desarrollar
al máximo las capacidades del alumnado, teniendo en cuenta los posibles
inconvenientes con los que se puede encontrar en su práctica docente, a su vez
utilizando y proporcionando las mejores metodologías educativas en colaboración
con toda la comunidad educativa.
Por ende, todo profesor investigador
debe tener la capacidad de reflexionar sobre su práctica docente, ser crítico,
cuestionador, indagador, reflexivo e innovador. Revisa contenidos y
metodologías, evaluando el proceso y los resultados. Identificando los
problemas que se pueden encontrar a la hora de su labor como docente,
reflexionando sobre los mismos, proponiendo posibles mejoras. De modo que mediante
su autodesarrollo profesional se mejora la práctica docente y a su vez el
sistema educativo.
Para crear un adecuado proceso de
enseñanza-aprendizaje de calidad, la enseñanza y la investigación deben de ir
unidas. Ya que la teoría se forma a través de la práctica y a su vez se ve
modificada por esta. Por ello el docente investigador es de gran importancia en
este proceso, debido a que es él el que cuestiona, indaga y transforma su
práctica profesional para modificar y cambiar las prácticas educativas del
profesorado, de él mismo debe partir la iniciativa.
En cuanto a la teoría y la práctica
pasa lo mismo, aunque han coexistido separadas, con el nuevo enfoque surgido en
las ciencias sociales el cual reconoce que “la teoría y la práctica están
estrechamente unidas y en dialogo constate” (Latorre, 2005), podemos
darnos cuenta de esta gran realidad, la teoría se pone en práctica, la práctica
se ve modificada y a su vez la teoría se modifica y de nuevo comienza la
espiral, reformulando la práctica como la teoría.
Para crear un gran cambio educativo y
social nos encontramos frente al proceso de investigación-acción. Donde el
profesorado investigador vincula un proyecto de acción formado por estrategias
de acción, es decir, implica una espiral retórica, entre la acción y la reflexión
para mejorar la práctica. Realizado en cuatro fases: la planificación, la actuación, la
observación y la reflexión. Se considera un proceso cíclico ya que estos pasos
se repiten continuamente.
Este proceso de investigación-acción se
caracteriza por la reflexión constante de la práctica educativa con tres
acciones fundamentales que son: la investigación, la acción y la formación
continua del profesorado. Creando de esta forma la verdadera innovación
educativa.
Para poder realizar adecuadamente el
complejo proceso de enseñanza-aprendizaje, el docente debe de saber que es el
conocimiento educativo o conocimiento práctico, útil para dar respuestas a situaciones
problemáticas.
Según Latorre (2005) el conocimiento educativo
se entiende al conjunto interrelacionado de teorías implícitas, de saberes
sobre la educación, y de valores educativos, generado a partir de procesos de
reflexión sobre la práctica docente y caracterizado por la habilidad para
manejar los procesos interactivos del aula y afrontar las situaciones
problemáticas que se presentan.
Caracterizado según Bruce y Rusell (1992):
- Es un conocimiento producido por y para docentes.
- Es construido por el profesorado al investigar su práctica.
- Describe lo que ocurre cuando los docentes tratan de mejor el aprendizaje del alumnado.
- Es un conocimiento que se adquiere de la experiencia, al reflexionar sobre los procesos educativos que tienen lugar en el aula.
- Es de naturaleza dialéctica, pues se inicia y sustenta de contradicciones, se prueba y desarrolla en la práctica a través del dialogo.
Por otro lado, teniendo en cuenta la
epistemología de la práctica educativa, nos encontramos con dos tipos de
racionalidad, dando lugar, a dos tipos de profesionales.
En primer lugar, encontramos la
racionalidad técnica. Donde se considera al profesorado como un experto
técnico. Resolviendo los problemas a través de la aplicación de teorías y técnicas
científicas, viendo los problemas como procesos instrumentales, jerarquizando
entre teoría y práctica, investigación y acción, saber y hacer.
El profesional, en este caso el
docente, es un usuario del saber, una persona experta que lleva a la práctica
sus conocimientos. En definitiva, lo que entendemos como clases magistrales, donde
el profesor es el único que habla y es el poseedor del saber. Teoría limitada
ya que la educación es una actividad humana práctica y reflexiva. Este tipo de profesional está mas extendido de lo que pudieramos imaginar, y, sin duda, debemos contribuir a su cambio, a su extinción (profesionalmente hablando).
Por otro lado, encontramos la reflexión
en la acción. Donde el docente es una persona práctica reflexiva que se ocupa
de redefinir situaciones problemáticas, desarrollando una mejor comprensión del
conocimiento en la acción, capaz de examinar y explorar nuevas situaciones,
uniendo teoría y práctica, investigación y acción, saber y hacer. Con actitud
investigadora.
Al respecto de este estudio, nos surgen multitud de preguntas y
reflexiones:
- ¿Cómo llegar a todo el profesorado, de forma urgente y masiva, y hacerles comprender la importancia de su formación desde esta nueva dimensión práctico-teórica-reflexiva?
- ¿Cómo generar un cambio, no sólo en la mentalidad del docente, sino en toda la sociedad?
La práctica
docente reflexiva, investigadora, indagadora, dialogante y dialéctica, que aúne
investigación, teoría y práctica, no es sólo una herramienta para la consecución
de este objetivo social, sino un fin en sí misma.
Sin duda, el cambio educativo, y el cambio social parten de la INNOVACIÓN EDUCATIVA.
Sin duda, el cambio educativo, y el cambio social parten de la INNOVACIÓN EDUCATIVA.
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